sábado, 27 de noviembre de 2010

Adiós abanico que llegó el aire, Extremoduro (1984)




A deshora, me levanto
de la cama, sin nada que hacer;
me declaro insuficiente
y siempre fuera de la ley.

Y a cuidarte despacito
y a espantarte las moscas con miel
me dedico y estate al quite
por si acaso hay que correr.

Despistado, descosido,
estoy cansado, no he dormido
y cada día me gusta un poco más.

A tu lado he aprendido
¿y qué ha pasado? -que me he perdido-
y cada día me gusta un poco más.

Voy caminando
y pienso en no pisar ni una amapola;
ella entretanto
duerme casi casi siempre sola.

Y si arreglo y si encuentro
y al volverte de nuevo a mirar
y si te falto hasta la muerte
¡pues ojalá que haya algo más!;

y al mirarte, a frenarme
negociar, darle gas y a correr
y al rebufo quiero ir,
de tu manera de pensar,
si me preguntas ¿dónde vas?

Despistado, descosido,
estoy cansado, no he dormido
y cada día me gusta un poco más.

A tu lado he aprendido
¿y qué ha pasado? -que me he perdido-
y cada día me gusta un poco más.

Voy caminando
y pienso en no pisar ni una amapola;
ella entretanto
duerme casi casi siempre sola.

Voy caminando
y pienso en no pisar ni una amapola;
ella entretanto
duerme casi casi siempre sola.