El incansable grupo británico liderado por el guitarrista Ed Wynne, encuentra en el notable poema “sin sentido” del Lewis Carroll, “Jabberwocky”, un buen motivo para seguir adelante en su saga cósmica que ha sabido unir como ninguno, el espíritu del space rock de los 70 con la electrónica bailable de las fiestas raves de los 90, las melodías orientales, el jazz, el progresivo y el reggae. Aunque con el pasar de los años, Ozric Tentacles ha caído en el peligro constante de convertirse en una copia de sí misma, la banda ha salido más menos airosa al ampliar su horizonte temático, para otorgarle un nuevo interés a una obra que, seamos honestos, no ha tenido demasiadas novedades en lo que respecta a su sonido y estética musical a lo largo de esta década.
La pregunta obvia que surge entonces es la siguiente: ¿Vale la pena seguir escuchando los nuevos discos del grupo o es mejor concentrarse en sus grandes trabajos de los 90, sin duda, de mayor potencia y originalidad? La respuesta es sí y no. Para los amantes y conocedores de la agrupación, obviamente que un nuevo trabajo es relevante, ya que siempre se agradecen nuevas composiciones de una banda esencial y única de la neo-psicodelia instrumental, que supo hacer renacer el rock espacial tras la debacle que significó para el género la irrupción del punk. Sin embargo, creo que para el neófito que quiere introducirse a la obra de los ingleses, es mejor dejar pasar estos álbumes y concentrarse en discos de su glorioso período de los 90: “Strangeitude”, “Jurassic Shift” y “Arborescence", tal vez sean los mejores ejemplos.
Sucesor de “The Floor’s Too Far Away” de 2006, el gran mérito de “The Yum Yum Tree”, es que sin dejar atrás el amor por la electrónica más liviana de su antecesor, Ed Wynne y compañía logran equilibrar de buena manera rock potente con sonidos cósmicos y esa sensación de aventura galáctica inalcanzable que, a mi juicio, convierte los discos de Ozric Tentacles, en una experiencia siempre apasionante y fuera de lo común. Con una formación de cuarteto con Joie Hinton el sintetizador, Roly Wynne en bajo, Nick ‘Tig’ Van Gelder en batería y percusión y, obviamente, Ed Wynne en guitarra, la banda se las arregla para editar un trabajo bastante atractivo y que, a pesar de no ser una de sus grandes entregas, es una obra interesante y correcta.
En mi opinión, sobre todo influye en todo esto, la referencia o inspiración en un autor tan clave para la literatura fantástica como Lewis Carroll y en especial, en este texto, considerado el más importante de la poesía “nonsense” o “sin sentido”, donde el poeta incluso inventó nuevas palabras, que con el tiempo, se han integrado al idioma inglés. Aquí un pequeño fragmento: “Brillaba, brumeando negro, el sol;/ agiliscosos giroscaban los ligazones/ banerrando por las váparas lejanas;/ mimosos se fruncían los borogobios/ mientras el momio rantas murgiflaba. ¡Cuidate del Galimatazo, hijo mío!/ ¡Guárdate de los dientes que trituran/ Y de las zarpas gue desgarran!/ ¡Cuidate del pájaro Jubo-Jubo/ y que no te agarre el frumioso Zamarrajo!”.
Por mucho que no se entienda el texto en el estricto sentido racional o lineal, incuestionablemente que su ritmo, su sentido de misterio y la capacidad que tiene de despertar la curiosidad en el lector, lo convierten en un poema perfecto para verse reflejado en la música de Ozric Tentacles. Es más, diría sin temor a equivocarme demasiado, que existe una estrecha relación de la banda con el autor de “Alicia en el País de las Maravillas”, no sólo en este disco, sino que en toda su extensa trayectoria que ya se extiende por 25 años.
Como sea, “The Yum Yum Tree” está compuesto por ocho temas, todos escritos por Ed Wynne. En “Magick Valley” y “Oddweird”, la potente base de bajo-batería se une a las melodías orientales del teclado, los solos de guitarra inconfundibles y en todo momento muy rockeros y esos sonidos astrales, obligados a la hora de sumergirnos en la obra de los británicos. Hay en ambos, aunque sobre todo en algunos momentos del segundo, ese amor del grupo por los indomables pasajes instrumentales, tan propias de las conocidas como “jams bands”.
En “Mooncalf” las sonoridades cósmicas y un sonido bastante cálido, evoluciona a un reggae espacial, como si en un momento inexistente de tiempo-espacio, The Wailers se hubiese unido a los Gong de la trilogía, “Radio Gnome Invisible”. “Ooloong Ooloong” es más reposada y una buena muestra de la esencia del sonido actual de la banda, mientras que la extensa pieza homónima recorre sin pausa paisajes lunares, desenvolviéndose entre el dub más volado, los grooves hipnóticos y las melodías etéreas.
Si “Plant Music” y el cierre “San Pedro”, mantienen la característica base rockera bajo-batería de superficie para los aportes en teclado y guitarra, “Nakuru” tiene una cualidad mucho más ambient y esotérica, que remite la imaginación a las infinitas ramas vivientes, que como “tentáculos ózricos”, conforman el árbol Yum Yum.
Héctor Aravena A. http://www.rockaxis.com/