(pag 114, edición Compactos Anagrama)
"En el Mercado de la Ciudad está el Café de Reunión. Practicantes de oficios inimaginables ya desaparecidos garabatean en etrusco, adictos a drogas todavía no sintetizadas, traficantes de harmalina rebajada, droga reducida a puro hábito que ofrece una precaria serenidad vegetal, líquidos para inducir el latah, titónicos sueros de la vida eterna, estraperlistas de la Tercera Guerra Mundial, escisores de sensibilidad telepática, osteópatas del espíritu, investigadores de infracciones denunciadas por suaves ajedrecistas paranoicos, repartidores de autos de procesamiento fragmentarios y escritos en taquigrafía hebefrénica acusando de inconcebibles mutilaciones del espíritu, burócratas de oficinas espectrales, agentes de estados policía sin constituir, una tortillera enana que ha perfeccionado la operación bang-out, erección pulmonar que asfixia al enemigo mientras duerme, vendedores de orgones envasados y máquinas de relajar, corredores de sueños y recuerdos exquisitos probados en las células sensibilizadas de la carencia de droga y permutadas por voluntad en bruto, médicos experimentados en el tratamiento de enfermedades latentes en el polvo negro de ciudades en ruinas, acumulando virulencia en la sangre blanca de gusanos sin ojos que avanzan lentamente hacia la superficie y su vehículo humano, enfermedades de las profundidades del océano y de la estratosfera, enfermedades de los laboratorios y la guerra atómica.. Un lugar donde el pasado desconocido y el futuro que se anuncia confluyen en una vibración silenciosa... Entidades larvarias en espera de un Ser Vivo..."